Riego dejó Las Cabezas a buen recaudo –nombró alcaldes constitucionales, dispuso tropas alrededor del pueblo y dio instrucciones a la población a través de un bando- y partió hacia Arcos, donde volvería a emitir su discurso, y de allí a Jerez. Sin embargo, Quiroga no tomaría finalmente Cádiz, por lo que Riego decide, junto con una columna móvil formada por 1.500 hombres, proclamar la Constitución de pueblo en pueblo por toda Andalucía.

Sin embargo, no sería una aventura fácil: la ciudadanía no parecía muy proclive a la causa y los hombres comenzaron a desertar hasta quedar menos de 50. Cuando Riego estaba a punto de refugiarse en Portugal, le llegó la noticia: la Constitución era proclamada primero en Galicia y por último en Madrid. El pronunciamiento había triunfado.